Conozco a Mario Casalla, desde hace más de 15 años, fui el editor de varias de sus obras. Lo vi siempre apoyando causas democráticas, populares y latinoamericanas. En un permanente intento de abordar las problemáticas continentales desde una perspectiva renovada que incluía un enfoque interdisciplinario, Casalla organizo encuentros, seminarios en el país y el exterior, convocando filósofos, sociólogos, psicoanalistas, religiosos, lingüistas, en la búsqueda de intensas reflexiones desde una plataforma plural e integradora.
Leo con estupor las acusaciones que le hacen y las decisiones tomadas en la Facultad de Psicología donde ejerce la docencia. Y da la impresión de estar frente a un linchamiento.
Que Casalla fuera secretario académico en la Universidad de Salta en 1975 es sin duda un hecho del que seguramente es difícil enorgullecerse y requiere algún tipo de autocrítica. Pero confundir esto con un delito de lesa humanidad e inferir en base a documentos que nadie ha mostrado que Casalla ha denunciado gente es un desatino mayúsculo.
Tener en 1975 un cargo en una universidad con un gobierno elegido en elecciones democráticas ( por más horroroso que nos parezca) y tener pertenencia política a agrupaciones que apoyaban a ese gobierno, no convierte a esa persona por carácter transitivo en colaborador de las 3 A o de la dictadura. De los errores políticos se puede volver, de la delación no. La diferencia es central a la hora de juzgar una vida.
Deberíamos dejar que la justicia avance en la investigación y tomar decisiones en relación a esas conclusiones y no dejarnos arrastrar por especulaciones sin sustento.
Rodolfo Hamawi.
Es Editor. Director Nacional de Industrias Culturales de la Secretaría de la Nación. Miembro de Carta Abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario